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Promoción de otras migraciones

Como parte del recuento histórico y promoción de otras migraciones, a partir de 1848 inician las primeras oleadas de inmigración organizada y masiva postcolonial, procedentes de Europa e impulsadas por el gobierno de don José María Castro Madriz, cuyo interés mayormente fue por la presencia de población alemana, británica y estadounidense. Los inmigrantes angloamericanos y germanos llegaron al país con las mejores condiciones, usualmente con gran capital, apoyados por sus gobiernos y lazos con Europa, lo cual resultaba muy valioso para la industria costarricense. Pero, a diferencia de sucesivas migraciones de otros grupos étnicos, los europeos y norteamericanos se mezclaron adrede con la aristocracia criolla, resultando en matrimonios con poderosas familias costarricenses. También por esta época sucede más migración venida de otros europeos como españoles, franceses y belgas, los cuales tampoco tuvieron dificultad de integrarse a las elites.


Otras migraciones históricas en nuestro país 

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Años 1887, 1896 y 1903

Para 1887 la empresa ferrocarrilera logró traer al país 671 trabajadores italianos, así como trabajadores españoles, cuyo trato fue muy diferente al que se le dio a los migrantes chinos, siendo éstos últimos los trabajadores más explotados y maltratados en la Costa Rica del siglo XIX. Efectivamente, las condiciones laborales para los trabajadores españoles e italianos fueron superiores en salarios, horarios, alimentación, atención médica y protección consular. Aun así, ambos grupos las consideraron deplorables, se levantaron en huelga y con la intervención de sus respectivos cónsules lograron que el gobierno costarricense anulara sus contratos y les permitiera establecerse libremente en el país o marcharse si esa era la elección.

En 1896 se empieza a visualizar el tipo de inmigración no deseada, muy sobreentendido durante el gobierno de Rafael Iglesias, el cual emitió un decreto ejecutivo en el que se autorizaba al gobierno impedir el ingreso de “razas perjudiciales” para la sociedad costarricense.

Por su parte, en 1903 con la administración de Ascensión Esquivel la indicación fue más específica, pues expresamente prohibía el ingreso de personas de Jamaica de raza negra, árabes, turcos, armenios, chinos y gitanos de cualquier nacionalidad. (Campos, 2020).

Inmigración española y árabe

La inmigración española también gozaría del respaldo gubernamental. El general Tomás Guardia Gutiérrez haría saber, por vías diplomáticas y publicidad, el deseo de traer migrantes españoles a trabajar en el país. La mayoría de los españoles eran gallegos, catalanes, asturianos, canarios y castellanos. Sus contratos eran por tres años, a nueve pesos mensuales, horarios extensos, salvo feriados y domingos, con una hora de almuerzo y dos tiempos de comida.

De 1887 a 1897 se daría la otra oleada migratoria de relevancia árabe, constituida principalmente por libaneses y sirios de religión católica maronita. A diferencia de los alemanes y otras comunidades europeas que arribaron al país, los inmigrantes judío-polacos, italianos, árabes, chinos y afrocaribeños buscaron en principio preservar los lazos sanguíneos y comunitarios, procurando los matrimonios a lo interno de sus orígenes, preservando el idioma y las costumbres culinarias, entre otros aspectos tradicionales. No obstante, excepto en el caso polaco, esta costumbre iría cambiando con el paso del tiempo y desde hace décadas estas comunidades culturales dejaron la endogamia, para mezclarse con el resto de la población costarricense, aportando sus apellidos al resto del país. La contribución cultural de las comunidades no europeas al contexto costarricense es innegable, muy pesar de los esfuerzos y las políticas deliberadas de los gobiernos pre-1948 para negarlos e impedirlos. 

Flujos migratorios durante el siglo XIX y XX

Durante el siglo XIX y XX Costa Rica tendría importantes flujos migratorios de pobladores europeos, incluyendo entre otros a belgas, irlandeses, suizos y polacos. Estas migraciones no fueron iguales en cuanto a aspectos socioeconómicos, religiosos, culturales o demográficos, cómo sí ocurrió con los migrantes alemanes, ingleses, estadounidenses blancos y franceses que llegaron con recursos económicos o técnicos y se incorporaron en los estratos más altos de la sociedad costarricense. Por su parte, los italianos, españoles y polacos, vinieron en condiciones sencillas para eludir las crisis económicas de sus lugares de origen, incursionando con oficios manuales como zapateros, sastres, albañiles y panaderos. Todas estas migraciones generaron un rico intercambio cultural entre los pobladores locales y los extranjeros, mostrándose una relación notable en la conformación cultural costarricense. Campos (2020).

Construcción de la identidad cultural

Baldi, citado en el Periódico Universidad (2017), menciona que la identidad cultural del costarricense sigue estando construida a partir de discursos del pasado que mantienen vigencia en el presente y hacen ver a los grupos migrantes como “los otros” y en este contexto, la educación es un medio clave para que las personas comprendan que somos una población mestiza como cualquier otra, producto de fuerzas evolutivas normales, como lo son los procesos migratorios y los flujos genéticos. De modo que las poblaciones deben empezar a reevaluar su identidad nacional, la cual debe partir del cambio y no de un monolito que hace creer que somos de una manera para siempre.

En ese mismo medio, el lingüista Carlos Sánchez, señala que lograr tener un país y una sociedad costarricense donde se reconozca el valor de la diversidad cultural es posible, pero empezando a considerar que esa otra cultura es tan válida como la mía. Entonces, solo así es que podemos convivir y reconocer nuestras diferencias, solo si logramos dar ese gran paso en el que ya no habría espacio para la xenofobia, el racismo, ni la discriminación.

Finalmente, y como lo menciona Gonzáles (2017:143), Costa Rica es sin duda un país forjado por inmigrantes de todo tipo, un certero crisol de culturas, y un gran rompecabezas étnico conformado por piezas multicolores de todo el mundo. Por ello, es que la decisión reciente del Parlamento de declararla constitucionalmente una república “multiétnica y pluricultural” puede describirse como sabia.

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