Los residuos anatomopatológicos tienen variadas características de composición, tamaño, forma, cantidad de líquidos y de putrefacción. Por ello, en la práctica, hay que analizar caso por caso.
Los residuos anatomopatológicos que son de pequeño tamaño y que no son rápidamente putrescibles pueden depositarse en bolsa roja como los infecciosos, etiquetándolos debidamente.
Cuando son partes corporales de mayor tamaño, pueden recogerse en recipientes especiales y enviarse a unidades de patología, para ser tratados químicamente o refrigerarse previo al tratamiento y disposición final.
Se consideran residuos anatomopatológicos los volúmenes significativos de sangre (más de un litro), que deben ser recolectados en un envase y gestionarse como anatomopatológico.