El uso previsto del producto se determina considerando el uso que ha de darle la población consumidora final. Es necesario determinar el lugar de la venta del producto, así como el grupo de personas al cual está destinado, por ejemplo: alimentación en instituciones, centros de personas mayores y hospitales, entre otras. Esta etapa adquiere especial importancia cuando los productos van dirigidos a poblaciones vulnerables.

Esta fase es de suma importancia, ya que la forma de consumo será determinante para la posterior identificación de los peligros en el plan HACCP. Por ejemplo, si el alimento debe ser cocinado por la persona consumidora o si ya está listo para consumirlo.