Durante los años posteriores a la independencia, el cúmulo de conflictos y luchas sucesivas que acontecieron a lo interno de Centroamérica, evidencian la inmadurez política de esos Estados, convirtiéndolos en terreno fértil para que las potencias hegemónicas pudieran practicar un neocolonialismo.
Arias (2007), comenta que entre los años 1840 y 1850 apareció en los Estados Unidos un nuevo fenómeno político conocido como filibusterismo, conformado por grupos de mercenarios o soldados de fortuna que tomaban territorios para anexarlos a la causa esclavista de los estados sureños. Estos movimientos de índole militar estaban influenciados ideológicamente por la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, según las cuales, los estadounidenses tenían el derecho y el deber de expandir sus fronteras geográficas con miras a convertir a su país en una potencia mundial, poderosa y respetada.
El expansionismo norteamericano había tenido un enorme crecimiento gracias a la compra de territorios a España y Francia, así como por la invasión de los territorios mexicanos de Texas, Arizona y Nuevo México. Pero a mediados del siglo XIX, el tradicional dominio político sureño en el Congreso y la Presidencia se debilitaba peligrosamente, provocado por el rápido crecimiento económico de los estados norteños, cuya economía se basaba en relaciones libres de producción. Los estados del Norte, llamados despectivamente Yankees por los del Sur, tomaban ventaja electoral logrando elegir un número creciente de senadores, cuya mayoría representaba la abolición de la esclavitud y con ella el modo de vida elegante y refinado de los ricos algodoneros.
Entre 1856 y 1857 Centroamérica dejó a un lado sus diferencias para unirse frente a quienes pretendían hacer de la región una fuente de esclavos para Estados Unidos. Tras la ocupación de Nicaragua por parte del ejército filibustero estadounidense, el resto de la región vio su integridad territorial en peligro y decidió unir fuerzas en lo que en muchos países conocen como Guerra Nacional Centroamericana y en Costa Rica se denomina Guerra Patria Centroamericana.
Don Álvaro Ramírez (2019) indica que, para entender el origen de este conflicto, también conocido en Costa Rica como Campaña Nacional, es necesario entender las claves históricas que marcaban el mundo a mediados del siglo XIX. EE. UU. emergía entonces como potencia mundial y se encontraba en plena fase de expansionismo abierto, sobre todo hacia el resto del continente americano. Habían tomado parte de México, compraron Alaska y empezaron a fijar sus ojos en las colonias españolas, por ejemplo, con las primeras ofertas de compra a Cuba. También Centroamérica era perseguida como parte de esa expansión hacia el sur. Detrás de ese interés también había razones económicas, especialmente ligadas al comercio internacional que podría ser facilitado en gran parte gracias a la ubicación estratégica de Centroamérica. La posibilidad de un canal interoceánico a través de Nicaragua pasando por el río San Juan, en la frontera con Costa Rica, era una gran alternativa para el comercio y para evitar tener que ir hasta el sur del continente.