
En Costa Rica quedan algunas zonas en las que el café todavía juega un importante papel en términos económicos, destacan por ejemplo el Valle Occidental y Central, Turrialba, Pérez Zeledón, Coto Brus y la zona de Los Santos. Para Arguedas (2011) el paisaje cultural relacionado a los conjuntos cafetaleros es una de las imágenes que siempre quedará grabada en la memoria del turista.
Igualmente, esta idea se encuentra en la memoria colectiva de los costarricenses, sin embargo, no se puede obligar o evitar que las personas sigan cultivando el café, pero si se puede propiciar el valor que esto tiene desde el punto de vista de identidad cultural, así como todos los elementos aislados que conforman el paisaje cultural cafetalero, tales como los recibidores, beneficios, fincas cafetaleras y casas utilizadas para albergar a la población que trabajaba en los cultivos. Otro aspecto importante que se le puede sacar provecho a la conservación del paisaje cultural es la denominación de origen, ligada al origen de producción de un producto, como por ejemplo el café producido en San Gerardo de Dota, Naranjo, y San Ramón, entre otros.
Los consumidores extranjeros de café o cualquier otro producto de consumo, conocen la importancia del origen y quieren conocer de dónde viene el producto, o con qué tipo de prácticas fue fabricado. Buscan apreciar su calidad, pero también el entorno social y ambiental asociado a la cadena productiva.
También les atrae la producción de café orgánico y en especial porque se ha empezado a promover el llamado "beneficiado ecológico", por ejemplo, los consumidores de café ya no quieren su café descrito como mezclas que no llevan la historia de un origen específico. Cualquier café puede ser una mezcla, pero sólo los cafés con denominación de origen tienen una historia social y ambiental tangible, y es ahí donde las zonas más representativas de Costa Rica pueden sacar provecho de su calidad.
Desde fines del siglo XIX, Costa Rica ha sido un gran consumidor de su café, pero de aquel que tiene peor calidad, adulterado y desnaturalizado por la adición de productos como azúcar o maíz quemado. En años recientes, por efecto del turismo y el desarrollo de un consumo notable, se ha difundido el consumo de café puro y de calidad. Actualmente, los costarricenses estamos disfrutando el placer de probar un buen café.