Caracterización de la persona vendedora

Caracterización de la persona vendedora

En la actualidad, las empresas están valorando no solamente el conocimiento técnico y práctico que pueda tener una persona en una determinada área, sino también las habilidades blandas (Soft Skills) desarrolladas. Se refiere al conjunto de conocimientos, competencias y comportamientos que distinguen a dos personas (una de las cuales posee estas habilidades y la otra no). Por ejemplo, una habilidad blanda sería la de solucionar conflictos.

De este modo, la lista de habilidades es amplia y se refiere a aspectos como la capacidad de liderazgo, la habilidad de comunicación asertiva, la organización de las tareas en equipo, la creatividad, la innovación, la gestión del tiempo, la adaptación al cambio, el pensamiento crítico y la inteligencia emocional, entre otras.

En este sentido, las personas vendedoras van a tener que dominar las lógicas y las herramientas relacionadas con lo que se conoce como pensamiento convergente (enfocado, analítico y optimizador), para dar con la respuesta adecuada en el mínimo tiempo posible cuando los desafíos sean “estándares”. A la vez, tendrá que dominar el “arte” del pensamiento divergente para echar mano a la imaginación y generar soluciones ingeniosas para hacerle frente a lo desconocido (a todo aquello que es nuevo y para lo cual no tenemos solución probada).

La persona vendedora constituye el lazo humano que une a la empresa con la clientela y es quien crea la relación de confianza y servicio y añade un valor distintivo al producto o servicio.

Esta persona debe ser una verdadera profesional, que conoce el mercado, sus productos, su empresa, la competencia y se conoce a sí misma. Además, debe ser analítica, emprendedora, estratega y buscadora permanentemente de nuevas oportunidades.

Con frecuencia se debate acerca de los factores que influyen para el desarrollo de una persona vendedora exitosa y surgen las clásicas preguntas: ¿qué hace a un buen vendedor o vendedora? ¿La persona vendedora nace o se hace? Frases como estas hacen que muchas personas crean que pueden salir a la calle y conseguir fácilmente ventas, porque creen tener un “perfil de vendedor(a)”.

La venta es un arte que requiere tener conocimiento y práctica para su dominio. Por ello, muchas personas que se inician en esta actividad encuentran dificultades inesperadas y al toparse con la cruda realidad, llegan a la conclusión de que deben estudiar y practicar este oficio, como cualquier otro profesional, para adquirir ciertas habilidades.

La persona vendedora tradicional y la persona vendedora profesional

La persona vendedora tradicional

siente y cree que posee la autosuficiencia en la actividad. Por tal motivo, las lecturas de actualización, los cursos de formación que le provean nuevas herramientas y fortalezas para una mejor gestión y consecuentes mejores ingresos, no ocupan un destacado lugar en su escala de valores.

Por su parte, la persona vendedora profesional

está convencida de que todo su potencial productivo se basa en sus fortalezas, conocimientos, habilidades y destrezas, en su permanente actualización en la actividad que ama, aunque sepa que no posee todas las condiciones.

Tal vez “no ha nacido para la venta”, pero por alguna circunstancia de su vida ha llegado a descubrirla, ejercerla, respetarla y hasta amarla.

Errores de la persona vendedora delante de la clientela

Son muchos y muy variados los errores que la persona vendedora puede cometer ante su clientela. Aquí se mencionan solo algunos de los más comunes, con el fin de evitarlos:

✔ No saber identificar lo que necesita o desea la clientela
✔ Hablar en exceso sobre temas no relacionados con la entrevista de ventas
✔ No disponer o encontrar el material de venta al momento de la entrevista
✔ Hacer pasar al (a la) cliente(a) por ignorante
✔ No pedir referencias a nuestra clientela
✔ Prestar atención a una sola persona cuando en la entrevista hay varias por parte de la clientela
✔ Criticar a la competencia
✔ Criticar a la empresa que representa
✔ No hacer que el(la) cliente(a) se sienta protagonista
✔ No saber presentarse
✔ No saber argumentar
✔ No saber contestar las objeciones
✔ No saber preguntar
✔ Dejar en evidencia a un(a) compañero(a) de trabajo
✔ Vacilar en el momento del cierre de la venta
✔ Alargar la entrevista sin motivo
✔ Dar la sensación de tener prisa

Ética de la persona vendedora

La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y cómo se debe actuar. Cuando se habla de la ética de una persona vendedora, se hace mención de la conducta que esta presenta en su función como representante de la empresa para la cual trabaja, en una transferencia de un bien o servicio. Un(a) buen(a) vendedor(a) reconoce la fina línea que divide la venta ética de la venta engañosa.

Una persona comerciante sin ética puede convertirse en una amenaza para la empresa en la cual trabaja pues, tarde o temprano, el desprestigio y la desconfianza se manifestarán en la clientela y se correrá la voz.

Perfil de la persona vendedora

Por lo general, el perfil de la persona vendedora es elaborado por las y los directivos o gerentes/as de ventas de cada empresa, en función de los rasgos y cualidades que deben tener para ser capaces de lograr buenos resultados en sus respectivas zonas de ventas. Por ello, cada empresa suele tener un perfil propio que está adaptado a las características de su mercado meta y al de los productos o servicios que comercializa.

Sin embargo, cabe señalar que también existen perfiles básicos que describen un conjunto de rasgos y cualidades elementales que la persona vendedora debe tener para lograr óptimos resultados.

Para lograr estos buenos resultados, la persona vendedora debe poseer un conjunto de cualidades que, vistas desde una perspectiva integral, se dividen en tres grandes grupos:

a. Actitudes

Es el conjunto de respuestas que el ser humano manifiesta cuando se encuentra ante determinadas personas, situaciones, lugares y objetos. Por lo tanto, las acciones que manifiestan actitudes o respuestas positivas en todo momento, ante toda persona y en todo lugar, constituyen una de las más importantes cualidades que la persona vendedora debe tener.
Es el conjunto de capacidades y destrezas que necesita tener para desempeñar adecuadamente sus funciones. En ese sentido, existen dos tipos de habilidades que la persona vendedora debe poseer:

• Habilidades para las ventas
• Habilidades personales

Habilidades personales tales como saber escuchar, creatividad, inteligencia emocional, empatía, entre otras.

Habilidades para las ventas: para encontrar clientes(as), para generar y cultivar relaciones con la clientela, habilidad para determinar las necesidades y deseos de las personas del mercado meta, y habilidad para hacer presentaciones de venta eficaces, entre otras.
Otra de las cualidades indispensables que debe tener la persona vendedora está relacionada con los conocimientos (todo aquello que sabe, conoce y entiende), que son necesarios para que desempeñe apropiadamente sus funciones. Por ejemplo: conocer muy bien a su empresa, sus productos y servicios, su clientela, entre otras.

Imagen profesional de la persona vendedora

La imagen profesional es la consciente construcción, estimulación y manejo de una determinada percepción que ciertas personas, públicos o audiencias tendrán sobre una identidad personal específica, en un contexto y tiempo determinados, logrando una relación de beneficio mutuo. Esta identidad personal se proyecta a través de factores tales como:

- Identidad profesional (conocimientos, experiencia, competencias)
- Actitud (relacionada con la postura corporal y la proyección de la energía que muestra la persona vendedora)
- Comportamiento (tiene que ver con las decisiones y acciones a seguir en ciertas circunstancias o contextos, además del dominio y efectividad de los protocolos sociales u organizacionales correspondientes)
- Discurso (el hablado y el escrito)
- Vestimenta (el arreglo y los accesorios ayudan a crear una conveniente imagen profesional)

Trabajo en equipo y liderazgo de la persona vendedora

Trabajo en equipo, según Cruz (2014), “supone la existencia de un grupo de personas que trabajan de forma coordinada para la realización de un proyecto, en el que es el equipo de forma conjunta (no sus componentes de manera individual) quien responde del resultado obtenido” (p. 179).

El trabajo en equipo es una de las solicitudes que hacen quienes reclutan y seleccionan personal de ventas, pues en la mayoría de las ocasiones este oficio requiere el ayudarse mutuamente para la consecución de los objetivos.

Liderazgo, según este mismo autor, se refiere a la capacidad de una persona de influir en otras, basándose en sus características personales, y de conducirles para que actúen de forma voluntaria, alineadas con la consecución de los objetivos de la organización” (p. 66).

Dependiendo de la situación, una persona líder de ventas puede ser administrador(a) de tiempos, planificador(a) de actividades, buscador(a) de talentos, entrenador(a) y psiquiatra. Todos estos papeles juntos y bien desempeñados le convierten en lo que es: un(a) gran líder.

La autoestima de la persona vendedora

Para Polaino (2010), “la autoestima no es otra cosa que la estimación de sí mismo, el modo en que la persona se ama a sí misma. Lógicamente, es natural que cada persona haya de estimarse a sí misma” (p. 18).

Puede conceptualizarlo, la autoestima de la persona vendedora es el sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno(a) mismo(a), el cual va unido al sentimiento de competencia y valía personal.

Manejo de emociones de la persona vendedora

Quien pretenda tener éxito en el campo ventas y en otras áreas, debe manejar con destreza las emociones propias y las de las demás personas. Las emociones positivas estimulan el éxito profesional ya que, si nos entusiasma la tarea que se tiene que hacer, resultará fácil esforzarse en cumplirla. Si la persona se siente a gusto en su puesto de trabajo, el rendimiento es mucho mayor.

Manejo del estrés de la persona vendedora

El estrés es parte de las ventas, y más cuando se deben asumir nuevos retos tales como atraer nueva clientela, incrementar metas de ventas, abarcar nuevos territorios y rutas, entre otros. Esto conduce a un problema de estrés, el cual afecta directamente el desempeño, llegando a causar enfermedad y deficiencias en las personas y sus obligaciones en la organización.

Algunas acciones que favorecen el mantenimiento de un nivel de estrés aceptable se citan a continuación:

• Consuma una dieta balanceada y saludable y no coma en exceso
• Duerma bien (entre 7 y 8 horas)
• Realice ejercicios regularmente
• Limite el consumo de cafeína, alcohol, nicotina y otras drogas psicoactivas.
• Aprenda y practique técnicas de relajación
• Tome descansos en el trabajo y asegúrese de mantener un equilibrio entre las actividades recreativas y las responsabilidades
• Comparta tiempo con personas de su agrado
• Busque realizar actividades de esparcimiento como, por ejemplo, escuchar música, leer, etc.
• Prepárese lo mejor que pueda para los sucesos que usted sabe que pueden ocasionarle estrés
• Esfuércese por resolver los conflictos con otras personas
• Fíjese metas realistas en su casa y trabajo

Servicio a la clientela

Las personas vendedoras de la empresa que mantienen contacto con el público deben visitar y atender a su clientela en forma regular y continua. Esto no solo con la finalidad de mantener una relación comercial, sino también para conocerles mejor y de esta manera, poder ofrecerles servicios que satisfagan de mejor forma sus necesidades y deseos.

La experiencia de la clientela puede incluir muchos elementos, pero realmente se reduce a la percepción que estos tengan de la marca. Teniendo esto en cuenta, la gestión de la percepción de la clientela es una de las cosas más importantes que deben emprender las empresas. Es decir, todo lo que hace una empresa contribuye a cómo las personas clientes le perciben y, por lo tanto, a la experiencia general de la clientela, incluidos los mensajes que utiliza, los productos que vende, el proceso de ventas y lo que sucede después de la venta, además de otros factores internos como el interfuncionamiento de la empresa, le suman a esta gestión.

CRM como gestión de relaciones con la clientela

CRM, (Customer Relationship Management) o gestión de relaciones con la clientela es toda una estrategia empresarial que consiste en construir relaciones duraderas mediante la comprensión de las necesidades y preferencias individuales y de este modo, añadir valor a la empresa y a la clientela. Es decir, hacer los mayores esfuerzos para que las personas que integran la clientela sean fieles. Eso supone conocerles, saber quiénes son, cuáles son sus gustos y sus preferencias para, así, poder ofrecerles lo que necesitan.

Los beneficios se basan principalmente en el hecho de orientarse a la clientela e intentar tener un trato personalizado, mercadeo one to one, (uno a uno), con cada uno de ellos y ellas, en función de sus necesidades, gustos, preferencias, hábitos de compra, entre otras. Al lograr sacar partido a esta herramienta, lo que conseguimos es poder gestionar a la clientela de forma personalizada.

Fidelización de la clientela

Resulta al menos cinco veces más económico retener a un(a) cliente(a) que conseguir uno(a) nuevo(a).

El fin último de todo proceso de ventas es la fidelización de la clientela. El tener conocimiento de la clientela, la comunicación con esta y la calidad de la atención que se le brinda son tres bases importantes en la estrategia de fidelización.

La fidelización de la clientela implica mantener un vínculo a largo plazo con las personas clientes más rentables de la empresa, obteniendo una alta participación en sus compras. Tal como se entiende en el mercadeo actual, implica el establecimiento de sólidos vínculos y el mantenimiento de relaciones a largo plazo con quienes integran la clientela.

El(la) vendedor(a) emprendedor(a)

Una persona emprendedora en las ventas estará comprometida siempre consigo misma, dispuesta a alcanzar independencia financiera y a realizar el esfuerzo que sea necesario, y con un alto nivel de exigencia, imaginación, creatividad, organización y sin temor a los desafíos.