Entre 1832 y 1843 se produjo la expansión de la producción cafetalera a lo largo del Valle Central. El café, que en la etapa colonial constituía una curiosidad botánica de los jardines, se convirtió en el primer monocultivo de exportación capaz de generar un importante desarrollo económico y social en el país. Todo empezó en 1821 con el reparto de terrenos baldíos por parte del Ayuntamiento de San José y luego con la declaración de propiedad privada de las tierras baldías que, durante cinco años hubiesen estado dedicadas al cultivo del café. Para finales del siglo XIX Costa Rica había alcanzado un nivel de desarrollo satisfactorio con relación al resto de países centroamericanos, además de haber encontrado un cultivo de exportación que le permitiría vincularse al comercio exterior.
Modelo agroexportador y oligarquía cafetalera
De acuerdo con Arias (2007), con el declive de la minería y palo brasil se abrió el camino a otro producto que no era nuevo para los costarricenses, había sido traído desde Cuba a principios de 1800, por encargo del Gobernador don Tomás de Acosta, quien lo cultivó y repartió a algunos vecinos como el Padre Velarde, dueño de un solar que sembró con café en 1808. Para 1821 o 1822, con la llegada de los primeros extranjeros a San José, los josefinos se enteran del auge enorme que el café estaba teniendo en Europa. La noticia se esparció rápidamente, entonces el Concejo Municipal de San José procedió a emitir un decreto en junio de 1821 para estimular la producción del café, al que ya se le daba carácter de producto de exportación. Sin embargo, y a pesar del interés del ayuntamiento por impulsar el cultivo doméstico del café, la Junta Superior Gubernativa apostó por el desarrollo de la industria minera, la cual, como ya se ha indicado, tuvo un ciclo de duración de aproximadamente veinte años.
Cometa Viales (2002), que en 1820 se efectuó la primera exportación a Panamá y en 1832 a Chile, y para 1840 ya se vendía en Inglaterra. Entre tanto Molina & Palmer (2011), agregan que para 1840 el café se concentraba solo en San José, la expansión se estimularía por los elevados precios que prevalecían durante el siglo XIX, así como por la colonización agrícola hacia Alajuela, San Ramón, Valles del Reventazón y Turrialba.