La presencia humana en Costa Rica data de hace más de 10 mil años, por lo que, para el siglo XVI los grupos indígenas habían alcanzado un formidable desarrollo que fue desestructurado con la llegada y conquista de los españoles. De acuerdo con Ibarra (1988), para el arribo de los conquistadores Costa Rica contaba con unos 400 mil habitantes organizados política y económicamente en cacicazgos, distribuidos en diferentes entornos geográficos por todo el territorio. La población que gobernaban estos Caciques podía abarcar varios asentamientos, lo mismo que en extensión geográfica y complejidad jerárquica.
La agricultura de semillas y tubérculos desempeñó un medio fundamental para la sobrevivencia de los grupos precolombinos, junto con los recursos proporcionados por el bosque, ríos y mar. Los cambios generados a partir de la producción agrícola y el proceso social condujeron a nuevas formas de control sociopolítico. El excedente producido por las prácticas agrícolas permitió que algunos individuos pudieran librarse de ciertas tareas como productores, y asumir principalmente funciones políticas o religiosas; generándose una jerarquización basada en criterios económicos y políticos. Corrales (2001).
Molina & Palmer (2011) añaden que la población precolombina del siglo XVI se caracterizaba por ser sedentaria, agrícola, jerarquizada, y por tener un paisaje lingüístico muy variado. La cosmovisión era animista, ya que creían que todas las cosas, plantas y animales poseían fuerzas ocultas y un espíritu con poder, el cual podía ser bueno, dañino o peligroso. La jerarquización sociopolítica se expresaba por la ubicación, tamaño y complejidad arquitectónica de los sitios habitacionales. A nivel de las prácticas funerarias existía un tratamiento especial para el difunto, principalmente si pertenecía a la élite cacical. Las ofrendas se componían de diversos objetos, esclavos y sacrificios.