5. Las mascaradas

Son también conocidas como mantudos o payasos en algunas zonas del país, y es una tradición popular que se ha conservado a través de los años. Las mascaradas alegran los turnos y las fiestas populares en el país y continúan siendo una expresión del sentido del humor de nuestros pueblos. De ellas sobresalen: el gigante, que en la época de la colonia representaba al gobernador; también la giganta de madera o muñeca de facciones y apariencia española. No pueden faltar el diablo, que con sus travesuras, es el tormento de los niños y niñas, al igual que la muerte, que sobresale por sus fechorías, y el toro guaco, otro miembro colorido, además de la cegua. A las doce del medio día, una bombeta de doble trueno es la encargada de anunciar el comienzo de las fiestas y es el momento para que las mascaradas salgan a la calle a alegrar y asustar a la concurrencia. Generalmente son llevadas por jóvenes, quienes van bailando y corriendo detrás de las personas, para alcanzarles y lograr pegarles con el chilillo y así ponerle gusto a la actividad (Sandy: 2004).