2. Cocina criolla costarricense 

La cultura española enriqueció y modificó los hábitos de alimentación con la incorporación de nuevos aromas, colores y consistencias, impulsó la introducción de otros cultivos tales como trigo, arroz, avena, caña de azúcar, café, menta, berenjena, pepino, hierbabuena, apio, lechuga, repollo y frutas como melones, naranja y banano. Con ellos vino también el desarrollo de la ganadería vacuna, porcina y avícola.

Para la época de los inicios de la colonia ya se cosechaba cebada, verduras y además se criaban gallinas; todos estos nuevos ingredientes y géneros son los que acompañan y conforman una variedad de comidas y mezclas que generan el nacimiento de la cocina criolla costarricense.

Cabe también señalar que como parte del proceso de modernización tecnológica se aprecia la sustitución de diferentes prácticas culinarias, como un resultado de los estándares de la moda globalizada; por ello, el comal, la tinaja, la piedra de moler o el metate, la olla de barro y la jícara, fueron complementados o sustituidos por otros utensilios domésticos introducidos por los españoles, tales como la olla de hierro, el sartén y otros. Entre tanto, el uso de la cocina de hierro, la limpieza de la chimenea y la técnica para encender el fuego, son elementos que han sido abandonados sistemáticamente en los hogares costarricenses.

Junto a ésta pérdida cabe sumarle la que sufre la comida tradicional, como efecto del bombardeo constante de las grandes trasnacionales de las comidas “fast food” en alianza con los medios que las promocionan. Es por esto que la persona guía de turismo debe promocionar e impulsar la degustación de la comida tradicional de todas las zonas que visita con los diversos grupos, pero también para ser consecuentes con la importancia que desempañan algunos productos antes mencionados en la cultura alimentaria costarricense.